miércoles, 17 de junio de 2015

Mano Suelta

Si una imagen dice más que mil palabras, imagínate cuánto dicen cientos de imágenes... con palabras incluidas. <3

Zenén Vargas... como el vino.

A diario somos bombardeados por las herramientas publicitarias desarrolladas por agencias especializadas en el área pero, si ponemos atención al panorama visual de Santiago, nos podemos dar cuenta de que la pintura sigue luchando por mantenerse en pie frente a la nueva imaginería digital que tanto atrae a los nuevos publicistas. Quizás no se trata de una lucha, ni tampoco de un tema sobre ''quién logra mantenerse de pie y quién no'', pero tampoco puede negarse el acelerado crecimiento que tienen los medios digitales en materia de difusión y publicidad. Más que una forma de contrarrestar ésta evolución, lo que hace el trabajo visual artesanal, es generar una sensación de nostalgia, quizás una experiencia estética que transporta a muchos a sus juventudes, infancias, o más bien dicho  ''a sus orígenes''.
Zenén Vargas es un pintor de letreros artesanales que comenzó pintando letreros de micro y luego, con la aparición de las ''micros amarillas'' y el Transantiago, perdió su trabajo, cuyo fruto fué reemplazado por los letreros de buses que conocemos hoy. A pesar de todo, Zenén aclara que ésto no evitó que siguiera pintando.
Actualmente Zenén continúa haciendo letreros personalizados a pedido, y protegiendo así una estética que, de ser considerada ''añeja'', se ha convertido en una propuesta visual atractiva y novedosa para quienes no alcanzaron a verla en su apogeo, así como un viaje en el tiempo para los que la vieron desaparecer parcialmente tras la llegada de la impresión digital.



Se le puede contactar vía Facebook buscándolo como ''Zenén Vargas Pastén''.

Publicidad en plaza egaña

BRP: Huellas de Color

Tenemos claro que el muralismo es una forma de publicidad que se practica desde los principios de la humanidad (es casi obligatorio pensar en las pinturas rupestres que datan de hace más de 7000 años, en los muros interiores de las cuevas de Altamira), pero comienza a ser reconocido como tal desde la tercera década del siglo XX .
Durante los años 70 y 80s la pintura mural toma una fuerza especial en Chile, así como un rumbo especial, me refiero al período de gobierno militar,  donde el mural aflora como una forma, para las personas atormentadas, de sacar la voz en un momento en que la población chilena se encontraba prácticamente amordazada. Ésta mordaza que tenia nuestro país, significó la necesidad de buscar una nueva forma de comunicación para los más afectados, lo que antes se miraba como un acto vandálico, se comienza a ver como una de las pocas formas de esparcir un mensaje entre las personas, un grito desesperado, una señal de esperanza, un mensaje codificado que podría resultar vital para acabar con la opresión, y retomar la paz. Se comienza con murales aislados, mensajes rápidos y sin un fin estético establecido, la idea era transportar una idea a la muralla sin ser descubierto, por lo que varios de ellos se mantienen en el anonimato, y más que murales eran sólo rayados. Con el paso del tiempo, éstos rayadores comenzaron a agruparse para que sus mensajes pudiesen ser mas constantes, para mostrarle a las personas que no estaban solas y que hasta en las murallas se podía ver lo que todos sentían y necesitaban. Con la adhesión progresiva de artistas, se crean las ''brigadas'' muralistas, que de algún modo legitimizan al pintor mural en su quehacer como parte del movimiento antidictatorial, en como también ocurrió con fotógrafos y periodistas.
Una de las más importantes y reconocidas brigadas, que de hecho se podría reconocer como ícono del muralismo en tiempo de dictadura, es la Brigada Ramona Parra (BRP), creada en 1968, nombrada así en honor a una joven militante del partido comunista, que fué asesinada durante una protesta en Plaza Bulnes.


Letreros de un negocio en Peñalolén